Ayer domingo estuvo todo el día nublado, muy gris, pesado. Parecía que en cualquier momento el cielo se caería a pedazos, a gritos, de manera luminosa y ominosa. Pero no. No paso nada de eso, al menos en mi zona, sin embargo, adentro mío había una especie de llovizna, de garúa, con esa persistencia que toma la saudade más que el spleen.
Era una mezcla de sentimientos, de deseos, de fantasías. Era querer estar en Bangkok, y la vez querer salir a caminar por la costanera pero saber que habría mucha gente me tiraba para atrás; era poder escribir algo y no escribir nada, salvo mis posts de ayer; es esta extraña sensación que tengo como que mi vieja está aún viva; es una especie de desacomodamiento metafísico.
Si hubiera llovido, quizá algo de todo esto se limpiaba, se borraba. Me acurrucaba con Ire, pero nada, no había forma de sacarme este mix de encima, de adentro.
Hoy hay un sol tipo polenta con queso que me espanta... pero como debo hacer cosas mi cabeza no puede divagar tanto. Por eso este post: para liberar, compartir, dejar que fluya. Algo saldrá del Fucking SundayMonday Blues.
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